martes, 10 de mayo de 2011

Barullo de situaciones surrealistas o laberinto de emociones.


O de cómo pasé a ser una ''american-teenager'' de película de sobremesa.

Con el título lo digo todo y no digo nada a la vez. Digamos que nunca he sido conocida por la estima que me tengo a mí misma y nunca pensé que podía ocurrirme algo parecido. Y es que lo que no viví en la adolescencia real, me ocurre ahora con gente que, en un principio, es adulta y madura, y, al final, la única que se comporta como tal, aquí servidora, es la que tiene más excusas para ser irresponsable e irracional por su juventud. Y es que hace un tiempo me enteré que un amigo (llamémosle A...), amigo de aquél por el que yo misma bebía los vientos (llamémosle G), estaba ''loquito por mis huesos'' (me meteré en el papel de adolescente hablando como tal...) y me lo confesó. Y una no supo ni sabe qué hacer y sufre uno y sufren todos. Hace un tiempo estuvo a punto de suceder algo con un amigo de los dos (esta vez será D), pero al final no se dio. Y a esta a la que leéis se le ocurrió contárselo a su amigo... compañero... proyecto sentimental... cosa... no esperando ninguna reacción en especial (G me había dejado claro que estaba sentimental herido y que, por ahora, nada de nada). Pero no pensé en que pudiera ponerse celoso y se me enfadó. Y claro, una no supo qué pensar (luego servidora supo que el chico siente cosas pero no quiere nada, tal como un adolescente de película o real, siendo ya bastante adulto y a una la marea como a dos o tres pares de perdices). Sigamos... Una noche quedamos todos, (A, D, G, yo misma... y todo el abecedario si se tercia), sucediendo algunas cosillas entre los supuestos amantes (oséase Marcia y G). Y D, que estabámos en su casa, se mosqueó (luego el mismo G me dijo que era por envidia, celos o yo qué sé qué. Y el otro, enamorado perdido, sufriendo en silencio (pero matándolas callando). Y Marcia enmedio de un triágulo amoroso (o quizás un cuadrado o un pentágono, ya me he descontado). Digno de una película de adolescentes o de una telenovela... Total, que para no herir a nadie el señor G, que es muy considerado, piensa que debemos encontrarnos a escondidas (sin pensar que a mí sí que me hiere, claro...)

Ya me perdonaréis que no haya escrito mientras estaba viviendo este telefilm...

Y del otro tema que quería olvidar... siempre quedan pequeñas astillas cuando te clavan una estaca, pero ahora mismo, tras solucionarse algunos problemas legales, es más soportable el dolor de la herida.

Y todo esto me lo tomo a broma (para muestra, un botón... en este caso, una foto), que si no, iba a haber derramamiento de sangre y lágrimas. Y, como digo siempre, eso no lo queremos.

1 comentario: