lunes, 30 de agosto de 2010

Agosto y la astenia (sueños, pensamientos raros y celebraciones varias).


Otro mes llega a su fin. Y el que viene no es un mes cualquiera, no, es septiembre. Empieza todo; el curso, el trabajo y, cómo no, el cansancio y el síndrome post-vacacional. Pero hablemos del mes de agosto. Mes por excelencia de las vacaciones y de las escapadas (quizás obligadas) al campo para visitar a la familia.
Para mí este mes que llega a su fin no significa lo mismo que para la mayoría de la gente; no me voy de vacaciones (quién se va ahora con los problemas económicos siendo, además, para mi desgracia, nini), así que, salvo contadas ocasiones en las que me he podido escapar para visitar a conocidos a la gran urbe (y fueron visitas muy gratas, por cierto) y la subida a la montaña de mi infancia para ver las lágrimas de San Lorenzo, he estado encerrada en mi casa, que últimamente más que un hogar parecía un hotel, con algunas visitas (en singular, pero pluralizo en un intento de no quedar mal), no diremos desagradables, pero sí de dificil trato. Y dado mi estado de ermitaña, me ha dado por pensar. Y mucho. Lejos del contacto humano, he tenido pensamientos, y qué decir, también sueños, un tanto raros. Y como tenía tanto tiempo para pensar, pues no dejaban de dar vueltas por mi cabeza y acababa desarrollando situaciones imposibles. También me dio por aumentar mi ya crecido ego haciéndome mil y una fotos para colgarlas en una red social. Espero recuperar la cordura ahora que llega septiembre.

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